viernes, 4 de enero de 2013

Letanía

Mujer cansada,
en mil sueños perdida
la de tez lustrosa
y la frente ajada.
De la sonrisa fresca
y la melena encendida
en canas de experiencias
tantos años vividas.

Mujer madre,
de abrazo tierno y fuerte
mujer feliz
que has tenido la suerte
de amar de frente
y de ser amada.

Mujer amiga,
mujer madre y también hermana...
... mujer sonrisa,
y llanto callado
y entrega solitaria;
mujer divina, que trasciende
al alba
el sufrimiento y la soledad humana
mujer de profundidad y reflexiones,
de fiestas, de bailes
y juergas ufanas.

Mujer que vives,
en tus arrugas y tus canas
cuentas la historia
de atardeceres
y mañanas
llenos de esperanza
de poesía, de tramas
compartidos unos
secretos los más.
Mujer que vas dejando
toda una vida detrás.

Mujer de mil sonrisas
Mujer de mil lágrimas
Mujer de la entrega
Mujer que reclama
Mujer que has vivido
tu vida en cuerpo y alma.

miércoles, 2 de enero de 2013

Rapunzel (ejercicio de divertimento creativo a cuatro manos)

Mi amiga, Patricia Lara, escribió esta narración breve:

Rapunzel

La llamó desde el pie de la torre
y Ella; harta ya de que fuera a visitarla
en las noches y al amanecer partiera
dejándola en la torre
a merced de la bruja.
en un arrebato de inspiración
-o ira-
cortó con tijera su hermosa trenza rubia
y la arrojó al amante desde el balcón.
¡Y pensó!
A ver si por fin un día al bello príncipe "enamorado"
se le ocurre traer una escalera
para por fin poder ella escapar
y dejar de ser la prisionera
de la bruja cruel y despiadada
y también porque no decirlo
del príncipe encantado.

Patricia Lara

Y  yo, de locotróngola, le propuse los finales siguientes, planteando diferentes escenarios para el desenlace:

Rapunzel (final 1)

Luego del arranque de Rapunzel, afligido, el príncipe se echó a llorar al pie de un arce junto al cual reposaba la larga cabellera.
Lloró desconsoladamente, sus lágrimas bañaron una y otra vez aquel hermoso rostro hasta que, agotado de tanto sollozar, se durmió envolviendo su cara con el dorado recuerdo de su amor ahora roto. 
Pasaba por ahí otro príncipe, también muy apuesto y un poco corto de vista, que buscaba a una princesa condenada a dormir por siempre y, al ver a nuestro príncipe, ocurrió que –confundido por la blonda cabellera que rodeaba su cara- lo creyó la princesa de sus anhelos e inspirado por la emoción del momento le dio el más profundo y apasionado beso  que hombre alguno haya dado.
Lo que al principio fue una sorpresa para ambos, se convirtió en una historia con final feliz:  aliviados de tanta carga, decidieron huir y vivir los dos, felices por siempre.

Rapunzel (final 2)

Cansada de esperar por el príncipe (quien resultó ser un dechado de pereza y no se atrevió a cargar con la escalera), Rapunzel dejó crecer su cabello nuevamente y lo volvió a cortar pero, esta vez fue más inteligente:  se tejió una liana por la que escapó y huyó allende los mares.

Hoy es una princesa liberal, sin ataduras emocionales, cuenta con una peluquera personal que evita que el cabello crezca en exceso, se hizo la queratina para quitar las ondas que le dejara la crineja a la que estaba habituada y vive feliz, pasando una consulta de orientación y terapia de autoayuda para princesas, brujas y hermanastras abandonadas.

¿Y el príncipe?  Sigue soltero, rondando las torres del reino, a ver si cae de ellas alguna cabellera incauta.

Rapunzel (final 3)

El príncipe trepó, como pudo, los muros de la torre.  Al llegar arriba, los amantes se abrazaron y besaron con pasión por varias horas. Hasta que les dio hambre.  Lo primero fue un ataque de pánico. Luego las peleas para dividir las pocas raciones de alimento que les quedaban.  Después, la desconfianza de asomarse a la ventana (¡quién sabe si me empuja!, pensaba cada uno).  Hasta que, agotadas las reservas de alimentos, también se acabaron las energías para pelear.  Avizorando su final, se abrazaron tiernamente con las pocas fuerzas que les quedaban. 

Así encontraron sus osamentas doscientos años después los expedicionarios de la National Geographic al explorar los restos de un castillo medieval.

Rapunzel (final 4)

Viendo que había llegado la hora de actuar, el príncipe trajo a sus mejores hombres y les hizo construir una escalera sólida y estable.  Rapunzel, sorprendida y más enamorada que nunca, bajó por ella hasta los brazos de su amado. 

Juntos construyeron el más grande emporio de escaleras, puentes y sistemas de andamiaje que jamás se haya visto. ¡Ah!, y una franquicia de pelucas de cabello natural, pues a Rapunzel no dejó de crecerle el cabello.  ¡Y vivieron ricos y felices por siempre!

Rapunzel (final 5)

Al anochecer del tercer mes, Rapunzel tomó una decisión que cambiaría su vida.  Al amanecer, ya cansada de esperar, recogió sus cosas en un atado y lo sujetó a su cintura.  Tomó la única cortina de seda del recinto y, extendiendo sus brazos cual águila que planea por los aires, se dejó llevar por la fría brisa matinal (con el tiempo se sabría que, después de Ícaro, era considerada la pionera de los vuelos artesanales en parapente). Contempló paisajes que nunca había imaginado y voló muy lejos, tanto, que aún hoy no atina a recordar cuántos reinos sobrevoló en su huída.  Ya cayendo la tarde, sus brazos ya no soportaban más y fue cediendo mientras caía en una suave picada que más bien la hacía parecer una pluma. 

En tierra, alguien la miraba con ojos de asombro, arrobada ante el brillo que los rayos del sol del ocaso le imponían a aquella cabellera…  Ella, Pocahontas, dejó de llorar por la partida de su querido capitán y se entregó a la contemplación de aquella especie de ángel que caía frente a sus ojos.  Corrió desesperadamente al verla caer al agua, nadó como nunca en busca de su ángel y la llevó a la orilla.  Al ver que no respiraba, sollozó por unos momentos y luego, determinada a quedarse con aquel envío del Dios Sol, intentó compartir un soplo de vida con ella.  En la confusión, el recuerdo del príncipe, del capitán, los deseos dormidos, la admiración por la divinidad y el agradecimiento por la vida recobrada se fundieron en un beso único y prolongado que selló la unión de estas dos princesas que vivieron felices por siempre a orillas del mar, entre conchas, arena y chapuzones a la luz de la luna.




Hoy estás de cumpleaños

Hoy estás de cumpleaños,
regalito de mi vida
mi preciosa consentida,
luz que iluminas mis ojos
y deseo regalarte
el aroma de mil flores
y, del iris, los colores.

Que el brillo de tu mirada
se mantenga así de hermoso
y que en cada alborada
goce yo del alborozo
y locura que te definen.

Que hasta el final de mis días
tenga Dios a bien brindarme
la Gracia de regorcijarme
disfrutando tu alegría.

Gracias doy por este día
y celebro tu nacimiento
bendiciendo ese momento
en que llegaste a mi vida.

¡Te adoro!, ¿cómo no decirlo?
-aunque lo debes saber-
y este amor quiero vivirlo
con toditito mi ser.

Gracias, mi rincón del cielo,
por iluminar mis días
con tu personalidad,
porque eres toda bondad
y porque haces que me ría
y en mi vida eres consuelo
ante mis adversidades
pues no sabes de maldades
y siempre vas optimista.

Sé que el camino es extenso
mas tú te perderás de vista
y brillarás cual un cometa
logrando todas tus metas
porque eres bella y muy lista
y espero estar a tu lado
para ver lo que has logrado
siendo feliz de a poquito.

Mientras tanto, hoy celebremos
con cantos, besos y gritos
que cumples un años más;
no soy la mejor mamá
¡eso ni lo mencionemos!
pero sí alguien que te adora
con tu metro siete dos
de locuras en extremo.

Dios te bendiga, mi cielo,
y mucha salud te conceda
y hasta aquí mis versos llegan,
¡mi  bombón de caramelo!