viernes, 31 de mayo de 2013

La Palabra

La Palabra

Se me antoja como una cinta multicolor que se torna en arcoíris, en mariposas de estruendoso color que se dispersan y adornan los parajes.
Se me hace puente a la liberación, al goce de comunicar, ¡de existir!
Catártico instrumento que me libera, dibujando ante mí infinitos paisajes hacia donde viajar.
Revuelo de locuras racionales, canciones sin melodía que te invitan a soñar.
Golpe de aire que me anima a continuar.
Suspiro alegre matutino, abismo para saltar y caer, suavemente,
en un nido de flores que, sutil, se rasga para dar a luz un universo de ideas que me lleva navegar con tiempos serenos o de tempestad.

Nexo vivo con la razón y el desatino.  Puente infinito a la alteridad y la sonrisa.  
Mi salvación, ¡y más!

Soliloquio Virtual I

Soliloquio Virtual I


Amaneció nublado (me gusta así).  Me provoca tomar café (no soy "cafecera"), un "teterito":  un poquitín de café muy oscuro y una buena pinta de leche muy cremosa, ¡leche con café, pues!  No creo que me lo tome, por lo de la leche.  Creo que mejor me quedaré una rato más dormitando junto a la ventana, disfrutando de la brisa fresca y tratando de recordar si anoche vino el personaje que me inventaste.  Amanecí cansada y sin recuerdos.  Ha de haber sido él (a algo hay que aferrarse para evadir algunos males).  Sí, un café estaría bien; ¡y unas galletas de mantequilla!  Las hago en un tris, con ralladura de limón, ¿sabes?  Creo que a ese personaje habrá que ponerle un nombre.  No porque exista, que existe desde el momento que le hemos dado espacio en la conversación, sino por comodidad.  Sí un nombre, para contarte con quién tomé ese café en mis fantasías y a qué le supieron las galletas que nunca pude comer.

Esperanza

Esperanza

Luz que se vislumbra
al final del cuarto oscuro
de mis desilusiones

Cabanga.
Soy alma errante
entre las ruinas tristes de esta nostalgia de ti.
No me consume la pena.
Vago para regocijarme en cada recuerdo tuyo.
Sonrío a esa, tu  presencia inmanente,
que ya nunca me abandonará.
Vago entre mi nostalgia y tus recuerdos.


Suspiro.

jueves, 30 de mayo de 2013

La Otra

La otra
la que suelo ser
al descuido,
es vorágine salvaje
de improperios y gritos.

La otra,
la que soy en soledad
es huracán dolorosos
de escarnios y maledicencias.

La otra,
que soy yo,
castiga con la palabra impía
y habita en el desatino
de la mordacidad.

La otra,
que no me deja ser,
es demoledora de puentes,
pertinaz dominatriz
destructora de afectos,
barrena acidificada de cicatrices

perdurables en el tiempo.

Amor emético

Amor emético

Raquel entró al restaurant sonriente y radiante.  Era un reencuentro, en San Valentín, con sus antiguas compañeras, a quienes no veía desde su matrimonio, nueve meses atrás.  Una sola mirada bastó para saber que el hombre hundido en los brazos de su amiga era Joaquín, su amante y fiel esposo.  El que hacía revolotear las mariposas en su abdomen.  Ella lo presentó como su futura pareja ante la mirada atónita de Raquel y la respiración contenida de Joaquín.  Y de pronto, ante la mirada sorprendida de sus amigas y el espanto del maitre, hizo una gran arcada y comenzó a expulsar un vómito amarillo que no caía…  ¡volaba!  Entre arcadas y oleadas de mariposas amarillas que manaban sin control de su boca, escapó del lugar y corrió calle abajo.  La ciudad fue declarada en emergencia: en solo minutos, millares de mariposas amarillas plagaban los jardines, las casas y oficinas.  ¡Era San Valentín y a Raquel el amor le daba asco!



Amar debería ser


Amar debería ser

De afectos y de pasiones
llenamos nuestra existencia
buscando tal vez la esencia
que aviva los corazones.

Y, por extraños motivos,
luego de un amor confeso
lo sumen en el olvido
nuevos abrazos y besos.

Los amores indecisos
y exigencias culturales
le reportan muchos males
a corazones divisos.

Amar debería ser
ejercicio liberal
que no acarreara mal
para quien sienta el querer.

¡Y cantó el gallo!

¡Y cantó el gallo!

¡Y cantó el gallo!
Y tres veces me negaste
para alejarte de mí
y ser, de otro amor, lacayo.

¡Y cantó el gallo!
Rayando el amanecer
nuestro amor irresoluto
sin apenas florecer
en el olvido absoluto
se esfumó y fue a perecer
abrumado por tus fallos.

¡Y cantó el gallo!
Y en la nada me dejaste
pues pensaste solo en ti
y a mí, ¡que me parta un rayo!



¡Y cantó el gallo!

¡Y cantó el gallo!

¡Y cantó el gallo!
Y tres veces me negaste
para alejarte de mí
y ser, de otro amor, lacayo.

¡Y cantó el gallo!
Rayando el amanecer
nuestro amor irresoluto
sin apenas florecer
en el olvido absoluto
se esfumó y fue a perecer
abrumado por tus fallos.

¡Y cantó el gallo!
Y en la nada me dejaste
pues pensaste solo en ti
y a mí, ¡que me parta un rayo!


miércoles, 29 de mayo de 2013

Fuga

Fuga

“Hoy me he fugado de mí”
Patricia Lara

Hoy me he fugado de mí,
tempranito, en la mañana:
me despedí de la cama
y luego me escabullí.

me escapé porque sentía
necesidad imperiosa
de volar entre las rosas,
de gozar la lejanía.

Mi huida no fue banal,
tiene aires de salvación,
dejando atrás tanto mal

tirado en algún rincón
y que a mi llegue, al final,
una total sanación.

Soneto alejandrino para mi musa esquiva

Soneto alejandrino para mi musa esquiva

Una décima espinela he querido escribir
y tomé entre mis manos el lápiz y el papel
montada en fresca musa, mi rápido corcel,
voy rauda y bien dispuesta a, mi ímpetu, seguir.

Pero he aquí que me frena algo contradictorio
porque al querer a plasmar octosílabos versos
se ha visto descarriado mi encomiado esfuerzo:
me salen de otra medida y se arma el samplegorio.

Huye de mí la musa, intolerante diva,
torciéndome en su huida mi tan claro camino
trato de asirla pronto pero me deja, esquiva

y acuden a mi mente versos alejandrinos
salvando del naufragio mi barco a la deriva
para darle a mi poema nueva ruta y destino.


martes, 28 de mayo de 2013

Muerte viscosa

Muerte viscosa

Un par de caracolitos
en una misión suicida
quisieron ir un ratito
por agua y sol al estanque:
llevaron sus cuerpecitos
con esfuerzo, cuesta arriba,
buscando sólo un rayito
de ese sol recalcitrante.
 
Mas, de uno a otro instante,
irrumpió en aquel jardín
una doña, con carmín
en los labios y espejuelos,
quien los levantó del suelo
con asco y muy mal talante
y arrugando el entrecejo
dijo “¡qué feos bichejos!”

Terminó allí la aventura
promisoria de este día:
pues, para su desventura,
la pareja de moluscos
que erraba con alegría
con un movimiento brusco
y con un chancletazo -¡zuas!-
justo al lado de las rosas
tuvo una muerte viscosa
y fue enviada como inmigrante
directo hacia el más allá.

En otras lunas y soles
ya no les veremos más
pasearse por el jardín
pues la doña de carmín
vino y los exterminó:
con la chancla ella les dio
acabando en un segundo
con el amor tan profundo

de este par de caracoles.