Carta con perorata de una maestra
Amigo
ni-ni, chavista u opositor: si ya a estas alturas tienes tu decisión tomada,
¿qué te hace pensar que los demás no la tenemos? ¿Qué te hace creer que
insultando a tu oponente vas a atraer los votos de sus copartidarios? ¡Un poco
de inteligencia nos vendría bien a todos! Inteligencia estratégica, para que
sepamos que, luego del 14 de abril seguiremos vinculándonos con “la basura ésa”
que va a votar por el oponente; inteligencia táctica, para saber que es más
profundo un análisis del proyecto presentado por cada aspirante a la
presidencia, que el que hasta ahora hemos hecho de lo que deciden –para su
conveniencia- resaltar los medios (cuyo sesgo de uno u otro lado es totalmente
evidente). No es igual juzgar los “lapsus mentis” o “lapsus lingüis” de los
candidatos (que TODOS los han tenido), que analizar en profundidad sus
propuestas, porque en todo caso, no es a la persona a la que se sigue, sino a
las ideas que propone; como seres humanos, siempre cometerán errores,
¡siempre!, y estamos llamados a no ser tan superficiales que nuestro análisis
político se circunscriba a una gorra, una combinación de colores, a si está
flaco o toca bien el tambor, o una frasecita que el medio de comunicación
decide destacar según sus intereses. Creo –desde la convicción por el
conocimiento, no desde la suposición- que todos tenemos la inteligencia
lingüística y lógico – matemática como para esa revisión, desde la realidad y
la factibilidad, no desde las emociones.
Otra de las dosis de inteligencia que necesitamos es la de inteligencia
emocional, para poder regular nuestras emociones y que éstas no se conviertan
en un elemento contaminante de nuestras relaciones cotidianas. Sí existe libre
albedrío y libertad, pero recuerda que tus derechos –ni los de ningún otro
ciudadano- están por encima de los míos o de los de tu vecino, sea de la tolda
política que sea. Últimamente hemos desarrollado la creencia de que, porque hay
libertad, podemos insultar a diestra y siniestra… ¡no, no, no, no, no! La
libertad es un concepto integral y profundo que implica también
responsabilidad, respeto, valoración de la dignidad –propia y de los otros- ¡y
trascendencia! Así que no vengamos con cuentos en nombre de la libertad. Ella
no nos da permiso para las generalizaciones, ni para la tan poco asertiva
conducta de tirar puntas a diestra y siniestra… ¡ah, las generalizaciones!,
esas, las que han alejado a nuestras familias porque “todos los chavistas son
tierrúos”, “los opositores ladrones” o “este país –con todo lo que este
concepto implica- es una mierda”… ¡las generalizaciones!, tan útiles para la
aplicación de una ley o teoría y tan inútiles o banales que las hemos vuelto
por su uso intencionado para insultar y destruir a quien se nos opone en las
ideas. ¡Y tan maravillosas las ideas!, que deberían unirnos -en el respeto y la
tolerancia- como personas, aunque nos distancien como personas. ¡Las ideas!,
ésas que nos han dado tantos años de avances en muchos ámbitos y que hoy
parecen moribundas en algún rincón, subyugadas por la inmediatez y el efectismo
tecnológico…
¡Creo que me perdí en
ensoñaciones, pero tranquilos, ya piso tierra nuevamente!
Si a estas alturas te preguntas si soy
apolítica, permíteme que te diga que no, no lo soy. Lo que no soy es fanática.
Creo en la política que se hace en el día a día, en la política del ciudadano
responsable y del que es congruente en acciones y valores, tanto si lo ven,
como si no; tanto si hay campaña electoral, como si no; tanto si hay visita,
como si está solo en casa. Creo profunda y totalmente en la educación como acto
político que forma ciudadanos críticos, responsables y participativos… es, a lo
mejor, una política muy purista y utópica (¡una aberración!, dirán algunos),
pero es en la que creo; no en la de las gorras, las consignas, las camisas
“quita y pon a conveniencia”, ni los insultos o desprestigio del contendor…
¡porque eso NO ES POLÍTICA!, es un ejercicio de agresión que nos envilece y nos
aleja como pueblo, como personas. Y creo que mucho me he partido el lomo yo,
para contribuir en la formación de GENTE HERMOSA –por sus saberes, acciones y
sentires, no por su apariencia física-, digna y decente, como para avalar una
serie de actitudes que desdicen de una actividad que hago con todo mi amor, por
gusto y con convicción. Sí, ésa es mi política, pero no pretendo insultarte o
señalarte si no la compartes, sólo te pido respeto para la persona maravillosa
que eres y que me has permitido conocer, que no se merece tantos insultos que
tú mismo profieres en tu contra, creyendo que lo haces contra otro: eres dueño
total y absoluto de todo eso y bioquímicamente es a ti a quien dañas cuando te
permites sentirlo… ¡sí, es tu libertad, ya lo sé!, pero yo pecaría de indolente
y negligente si no compartiera esto contigo: cuando insultas, te dañas tú y
deterioras el entorno, ya es hora de ser más trascendentes y menos superfluos
en el hacer político, ¡en la vida misma! Analiza opciones, decide la que mejor
te parezca y apóyala, si es lo que quieres, desde el respeto por la dignidad
del ser humano, no desde la agresión y la acusación como recurso para
convencer. Y, por sobre todas las cosas, no seas tonto/a útil de quienes desean
ponernos a pelear pues, terminadas las elecciones, seguiremos siendo parte del
mismo país con un objetivo común: una vida en armonía con el mayor índice de
prosperidad posible. Sea cual sea el candidato que gane y sean cuales sean mis
creencias o convicciones políticas, yo tendré que seguir trabajando por ello,
porque un solo árbol no hace montaña; y tú, ¿qué harás?, ¿cómo recogerás toda
la sarta de insultos que soltaste al viento?, ¿no trabajarás por una mejor
Venezuela con aquellos a quienes insultaste? ¡Tocará hacerlo, así que no sigamos
enmalezando el camino! Termino mis pensamientos con un reto: hablar, de aquí al
domingo, del proyecto político de tu candidato sin mencionar atributos
personales (¿recuerdas?, seguir la idea, no seguir al hombre), sin desmerecer
la propuesta del otro… ¿quieres convencer? (cosa que dudo, a estas alturas, sea
muy posible), ¡hazlo con argumentos, con análisis, no con insultos! Ése es mi
reto, ¡proyección!, proyecta a tu candidato desde el análisis de sus
propuestas, valídalas con datos, no con insultos, ¡haz gala de tus múltiples
inteligencias y sé un poco más feliz! ¡Un
abrazo fuerte, desnudo, para no ver el color de tu camisa y sí la esencia de tu
maravillosa persona!
Con cariño,
Yo