Vuelo sobrenatural
Julián
recibió el día con mucho entusiasmo. De repente sintió que podía alcanzar el
cielo y se dijo que así sería… ¡hoy el cielo era el límite!
Su
entusiasmo era admirable y todos lo veían con una mezcla de miedo, curiosidad y
asombro cuando tomó un súbito impulso y se empinó, con todas sus fuerzas, para
lograr su objetivo.
¡Fue
un salto perfecto!: en un momento sintió cómo el aire tocaba su piel; lo
embargó un extraño ahogo y una sensación de libertad y tristeza que nunca antes
había sentido. En la pecera aún se habla de Julián, el pez dorado que voló en
una fría mañana de enero, fuera del pequeño estanque. Ninguno –excepto Lucy, la
vieja y taciturna tortuguita- vio su agonía de media hora, al pie del alto
mueble donde se asienta aquel mundillo acuático. Y Lucy adora las leyendas.
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