¡Triste, pero esperanzada!
De Osiris Bocaney, el
viernes, 8 de marzo de 2013 a la(s) 10:04 ·
Hoy
leía las líneas escritas por César Miguel Rondón en su artículo "La hora
que nos toca". Me sorprendió favorablemente leer algo muy similar a mi
propia vivencia del día 05 de marzo de 2013... ¡y sentí paz! Sin embargo -vaya
con ese morbo o curiosidad que me hizo seguir "bajando" en la citada
página-, luego de la paz vino una inmensa rabia e impotencia al leer los
comentarios de personas que, en lugar de apreciar y agradecer la belleza del
gesto y la invitación implícita en aquel escrito, se dedicaron a insultarse
unos a otros.Allí me di cuenta de que, lamentable y muy ciertamente, están
cegados por unas ganas de insultar y agredir al otro que no tiene color
político. No, no se puede decir que los agresivos son los chavistas u
opositores, pues allí vi -una vez más- que no se trata de eso: se trata de
gente que -sea del bando que sea- ha perdido su vinculación con la mínima
decencia y respeto por la dignidad humana, por su propia dignidad, que debería
impulsarle a respetarse a sí mismos y evitar proferir insultos y agresiones.
Había gente que alegaba que su familia se había dividido "por culpa"
de unos o de otros, pero allí pude ver que no, que los causantes de su división
familiar son ellos -repito, unos y otros- con su ejercicio de irrespeto e
intolerancia ante las diferencias que nos caracterizan por ser humanos. Aplaudo
el contenido, el mensaje y la invitación de Rondón en sus líneas, pero no
acepto el resto de lo que leí, bajo la premisa de lo que siempre le digo a mis
"pollos": para pelear hacen falta dos... a lo mejor aparece el
primero, con que yo decida no ser la segunda en discordia, ¡gano y venzo! Y no
lo acepto, no desde la moralina y la crítica a ojos cerrados; no lo acepto
porque he vivido esa diversidad en mi familia y -gracias a Dios- hasta el sol
de hoy no ha nacido un Chávez, un Capriles, ni un nadie que logre separar ese
maravilloso vínculo familiar, el respeto y el afecto que nuestra madre y
nuestra abuela nos regalaron en vida y que nos han permitido coincidir y
diferir en muchos momentos sin tener que llegar a odiarnos o separarnos.
Además, siempre he dicho que un hombre no es el pueblo, el pueblo decide qué
quiere ser, uno a uno, persona a persona; entonces, malmente podemos decir que
una persona sola determine lo que decides ser... ese determinismo no me
convence, hoy menos que nunca. Prefiero apostar por la suma de múltilples
decisiones personales que, coincida o no yo con ellas, debo aprender a tolerar
y convivir con ellas por sanidad.
No
lo acepto porque, en mi dignidad de persona, DECIDO respetar a mis semejantes;
no lo acepto, porque conozco y respeto a gente maravillosa que se hace llamar
oposición o que se hace llamar chavista... Yo no los conocí, amé o respeté bajo
ese signo, sino bajo el signo de SER PERSONAS... personas maravillosas,
creativas, inteligentes, solidarias y afectuosas. ¡Con eso me quedo, en la
certeza de que algún día reconoceremos que, en esencia, somos hermanos en ese
Padre-Madre maravilloso que nos dio el ser y compañeros de vida para la
construcción de un mundo mejor, desde la posición política, religiosa,
ideológica -o como quieran llamarla- que profesemos, siempre y cuando busquemos
el bien común! Un abrazo para ti, que me lees... pero, permíteme que te abrace
desnudo, desnuda, en la confianza de que abrazo a la persona que eres y no a la
camisa que hoy decidiste ponerte. ¡Que Dios te bendiga!
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