martes, 14 de mayo de 2013

Amores que matan


Amores que matan
(la última cornada)

Amanecía en el motel de la carretera.  La luz del alba penetraba por las persianas y un rayo travieso iluminó el oscuro pozo que bañaba sus pies.  Entre las sábanas, un traje limpio para cambiarlo y acicalarlo como él merecía.  Cuando llegó la patrulla, sonrió orgullosa, ¡se veía tan guapo, a pesar de la herida mortal en su sien izquierda!  Había hecho un buen trabajo y nadie diría lo contrario.  Siempre cuidó de él, siempre lo amó, desde la primera sonrisa hasta el último de los cuernos.  Hasta el primer disparo.  Sonriente y aliviada, tendió las manos, vio cómo le colocaban las esposas y suspiró.

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